qué verano

Qué verano, qué verano, debe haber una cantera inagotable de gentucilla que no sabe donde pasar el rato nada más que en nuestra casa, bueno vale, a la mayoría los ha invitado la pakirrota pero es que, joder, que no hemos cenado solas ni una sola noche en todo el verano. Menos mal que he tenido una buena excusa para ausentarme a una hora prudente, lo de tener que currar al día siguiente funciona

A ver personas, ¿es que no tenéis casa? ¿es que no tenéis comida? ¿es que no tenéis cerveza? ¿es que no tenéis teléfono? ¿es que no hay otro sitio en el mundo?

Hemos tenido visitas de todas clases, contra las pactadas no tengo voz, es lo que tiene decir siempre que no, acaban por no consultarte, pero y las que… ding dong mecagoenlosmorosdeabanilla, justo cuando sales con la toalla, el libro y el café dispuesta a pasar una tarde tranquila en la piscina.

Luego están los domingos por la mañana, esos que te levantas con los planes hechos, los planes de no hacer nada, claro, y empieza a sonar el teléfono a las diez de la mañana, montones de propuestas, ¿venís o vamos? Atiendes lo inexcusable y cuando ya casi es la hora de comer y piensas que ya está, que por fin has acabado, cuando ves que los últimos están a punto de irse empiezas a preparar mentalmente un aperitivo en la pisci, al salir de la parcela la última visita, te vuelves y le dices a la doña, vete para el césped que voy a preparar algo y voy para allá y oyes detrás de ti, ¡tráete cuatro vasos! ¿por dónde mierda han entrado? ¿cómo? Grrrr aprovechando que has abierto la puerta para que salieran unos se han colado otros.

El jueves curráis ñiñiñiñiñiñi