llevo un par de años ilusionada con construir un estanque en la parcela, tengo en mi cabeza una idea tan clara que salgo a la calle y lo veo, bueno, a lo mejor es que el montón de piedras que me voy trayendo para el estanque de todos los sitios a donde vamos cada vez es más grande.
Mi estanque es pequeño, de unos cinco metros de diámetro, redondo? no, mas bien con forma de patata, véase que no tiene forma definida, tiene peces, ranas, plantas, sí, plantas de esas de agua, nenúfares, juncos y esas cosas. También veo a la rita haciendo collares de nenúfares para el rojo y a mi gata (tengo que presentarla aquí) pescando todo bicho viviente al caer de una pequeña cascada movida por molino de viento que genera la poca electricidad que necesita una bomba de una lavadora vieja que ya tengo en la cochera.
Así era mi estanque hasta que encontré esto
Qué preciosidad, es una auténtica maravilla. He llegado a casa diciendo que el estanque ha crecido, toda emocionada. Convencida de que este invierno voy a hacer una piscina natural, cargada con montones de documentación.
Me fijo y a la señora que duerme a mi lado le noto que no puede tragar saliva, como si tuviera miedo, creo que se ve nadando entre culebras.
En el fondo sé que no lo voy a hacer nunca.
En el fondo sé que no lo voy a hacer nunca.