El plano, madremia, el plano, que es médica, que me ha hecho una receta, que no hay dios que sepa que hostias dice.
No voy a ponerla en el blog, que seguro que hay alguna mente enferma por ahí.
La voy a llevar a la farmacia para que me la descifren.
Secuencia de la bronca a mi nena.
Esta mañana he ido al pueblo, papeleo, que no voy ni a comprar. Es la feria del mueble, todo lleno de representontos, dos me han preguntado cómo llegar al recinto ferial, que el ayuntamiento ya podía señalizar, y tres han estado a punto de atropellarme en pasos de cebra, a la mierda con esta gente que se creen los reyes del mambo.
Y encima me encuentro con esta oferta turística.
Se les debe haber ocurrido a los mismos que para celebrar el día de la mujer organizaron un curso de colada y cocina para hombres.
Me quiero cambiar de pueblo.
Hay cosas que si no las aprendes de pequeña ya no las aprendes nunca, al menos yo. Por ejemplo, yo no aprendí nunca a peinarme ni a expresar sentimientos, lo primero para sacar de quicio a mi madre y lo segundo para evitar que se convirtieran en armas en mi contra.
Todo esto es porque quiero escribir sobre algo y no me sale, no consigo ordenar ideas, lo dejo para otro día.
Pero os dejo una maravilla de esas que dejan huella. Una amiga con su hija que por entonces tenía unos cinco años, la niña explorando límites, la madre casi avergonzada, suelta “enseñada está, lo que no está es aprendida”
Anoche fuimos a apoyar un poco a un acto por el día de la mujer, en realidad a hacer bulto. No estábamos mas de treinta. ¿Qué les pasa a las mujeres? Acaso creen que va a venir alguno a solucionar sus (nuestros) problemas o a igualar un poco este mundo tan descompensado.
Nosotras fuimos y como había comida pienso seguir yendo.
Y encima nos dieron unas flores que quedan de cine en el salón.