Salgo a dar un paseo a media mañana y veo a un tío en la puerta, me explico, salgo de casa y hasta llegar a la puerta de la parcela hay como 50 metros, o sea que veo a un tío a lo lejos (güertana es miope que te cagas) esta situación es muy rara, que esto es el puto campo y entre semana no pasan ni los cuervos, pues allá que me voy para la calle con mis dos maromos, que no se habían coscao de na, según nos acercamos montan la de la era, ladrando como nunca, chuleándose porque estaba yo. Entra dentro de lo normal, era un pastor con jajaja no llevaba más de 8 cabras, que ha preguntado por la salud como si me conociera, he seguido el paseo pensando quién coño es, para mi que no lo he visto en mi vida, pero bueno, lo borro y a lo mío.
Ahora viene lo raro, como el cuerpo me está cogiendo la forma de la silla, decido salir otro ratito por la tarde y ¡hay otro en la puerta! Misma operación que por la mañana, los despistados la montan y cuando estoy a dos metros resulta que a este si lo conozco, mecagoenmimalasuerte, pero qué hace este tío aquí, lo único que me pide el cuerpo es hacer la llama (escupirle a la cara) y encima me quiere dar conversación, pues mira, no, miro para otro lado y me voy sin hacerle caso, que es que con este tío trabajé una temporada y mientras duró la relación laboral vale, pero ahora no pienso ni mantener las formas, que le den. A todo esto él se ha quedado muerto, no se qué esperaba.
Esta perla de muchacho me hizo muchas putadicas, el primer encontronazo es digno de contar. Cuando había mucho trabajo los sábados, me mandaban a mi sección cuatro tíos de otras secciones y este tipo acababa de entrar a trabajar allí, es decir, su primer sábado conmigo, les organizo el trabajo, me voy a hacer otras cosas y cuando vuelvo me los encuentro discutiendo, oigo que le dice uno a la perla, “tú eres tonto, es que no ves que nos está dando la faena masticada”. Entro y pregunto qué pasa y me dice el mismo “el imbécil este, que ha ido a decirle al jefe que a él una tía no le manda”. Y no sigo porque me caliento.
A partir de ese día me puteaba todo lo que podía, me hacía una que me mataba. Colocaba unas piezas de tela que pesaban unos 60 kilos en una estantería a bien alta y bien lejos de la mesa de corte, ahí me tenéis a mi echándome al hombro la tela y según me acercaba a la mesa la veía cada vez más alta o yo me iba haciendo más pequeña, nunca me quedó claro.
5 comentarios:
jajajaaaaaaaa, lo siento tía... es horrible lo que cuentas pero, jajajajee, es cómo lo cuentas que lo encuentro tan gracioso lo de la mesa alta que no te quedó claro...
muy bien en no saludar al impresentable, pero ¿no te irán a intentar robar o algo? ¿estais muy aisladas?
farala tranquila, no estamos aisladas ademas tenemos un par de guardianes muy grandes, lo demas es casualidad
chacha, Farala, no dagas ná de robar que la pakirrota se monta unas películas de miedo que te cagas. Y qué raro que te haya contado lo de la escopeta.
¿Y no le habéis echado los perros al pavo ese? :-P
Pues a mi me da curiosidad de saber qué le pasó por la cabeza (es un decir) al tipo ese como para ir a tu casa a pesar de lo mal que se portó contigo. Yo tal vez le hubiera preguntado con una gran sonrisa qué se le ofrecía para después mandarle a la jauría...
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