jueves, 9 de septiembre de 2010

Vade retro, Satanás

Titiriri titiriri titiriri no puede ser, lo que está sonando es mi móvil, me acerco con cuidado no me vaya a picar y claro, es un número que no tengo en la agenda, supongo que se habrán equivocado pero por si acaso no pienso contestar. ummmm ¿y si…?
Lo cojo y salgo a la calle en busca de la pakirrota, gritando ¡toma, toma!

Si yo la entiendo, no me puede decir otra cosa. “Hostia, pareces tonta, cógelo”. Pero es que este parato es superior a mí y se lo chumbo.

Si yo la entiendo. “Que no me persigas con tu teléfono, cógelo que no te va a hacer nada”.

Claro, se acabó la llamada y cómo no, ahora me pica la curiosidad. “Anda, llama a ver quien era”.
Ains, es que la pakirrota además de tener una paciencia infinita, vale su peso en oro y me dice “Yo te mato, de verdad, que un día te mato. Trae.”

Me vuelvo a la cocina porque se me quema la comida y la oigo decir ¿cómo me llamas aquí? ¿De dónde has sacado este número?

Ya me extrañaba a mí. Jajaja, la llamada era para ella.

Lo que me extraña es que mi móvil todavía se acuerde de qué tiene que hacer cuando recibe una llamada porque yo creo que a estas alturas el pobre animalico ya debe saber que su existencia se limita a hacer de pseudoagenda, de reloj de horno, de avisador para mi memoria de pescao frito y a pasar largas temporadas en casa de mis amigos.

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