sábado, 6 de noviembre de 2010

de compras

Necesito algo para dejar los champuses, geles y demás trastos de la ducha y claro, como soy medio lela en vez de ir a comprar donde los suecos me meto en una tienda muy cuqui, me atiende una señora rubia mas o menos de mi edad (si a mi no me gusta que me atiendan ¿qué hago aquí? ) me dedica tiempo, claro que tampoco hay nadie más, tanto que cojo confianza (esto es malo, para mi, claro) y me enseña una cosa muy bonita para dejar los trastos pero con el inconveniente de que es blanca, del mismo color que la pared y si a eso añadimos que la mitad de los potingues también son blancos al menos en parte, pues si, es un problema, porque no lo veo y en un ataque de graciosismo voy y suelto “es que me ducho sin gafas”, al oírme a mi misma decir semejante gilipollez, pienso "nena, apúntate un veinte que te has lucido".

Me vuelvo a mirar a la señora para ver su reacción al mismo tiempo que la oigo decir con un tono desproporcionadamente emocionado “YO TAMBIÉN ME DUCHO SIN GAFAS” me quedo mirándola, está totalmente cambiada, sus ojos reflejan una mirada aniñada, su sonrisa irradia inocencia y se la ve totalmente entusiasmada con la idea de saber que no es la única del mundo que se ducha sin gafas.

 Ufff ¿a esta cuándo se le ha parado el reloj?

Tengo que dejar de hacerme la graciosa.



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