sábado, 22 de mayo de 2010

Recogedora

Mi mujer tiene la manía de recoger gente, ahora ya no hace turnos pero antes, cuántas veces habrá llegado a casa a las once de la noche con alguna, me la he encontrado en la calle (abandonada) buscando el hotel, un sitio para cenar o vete tú a saber qué. El caso es que tiene amigas que creen que le deben la vida. Es que en mi pueblo una noche de invierno no vas a encontrar a nadie por la calle y por supuesto, todo cerrado, sin contar que solo hay un hotel, no hay tren ni autovía ni ninguna conexión moderna con el resto del planeta. Se puede decir que es el puto culo del mundo.


No entendía por qué esta manía hasta que yo que siempre he trabajado a diez minutos de casa sin comerlo ni beberlo me vi trabajando en Barcelona, menos mal que me recogieron unos amigos que pasaron a categoría de padres, no me gustan las ciudades, ofrecerán muchas cosas pero no hay horizonte sin contar con que la gente me agobia.

No se que hubiera sido de mi sin ellos, explico un poco la situación, podéis empezar imaginándoos a Paco Martínez Soria porque juro que sólo me faltaba la cesta de los pollos aunque en realidad si la llevaba, cambiarla por la cesta del portátil, eso sí, pija pija.
Llego en tren y claro, fueron a recogerme a la estación, no se si por cariño o por miedo a que me perdiera. Por la mañana me pone mi madre en la parada de autobús con mi bonobús bien agarrado y me dice, son pocas paradas, cuando veas el corte inglés te bajas y verás el sitio, que iba a trabajar a un sitio fácil en la diagonal al lado de la caixa, ufff, las distancias no son las misma para alguien de ciudad que para una pueblerina, sin tener en cuenta que en la ruta del autobús había dos corte inglés, menos mal que una señora se apiadó de mi al verme agobiada y me dijo “creo que vas al siguiente, te quedan como doce paradas”.

El trabajo bien, la gente un asco. Los informáticos están pirados (son raros) y quien diga lo contrario se equivoca o no los ha visto funcionar.

No todo fue malo, zona megapija con restaurantes a punta pala y el segundo día encontré un japo genial, me vuelve loca la comida (en general) japonesa y alucinaba en los restaurantes había menús Light ¿de verdad hay gente que quiere comer menos?

No se qué hubiera sido de mi sin el ratito de llegar a casa y poder estar al fin con gente querida.

Papás os quiero y a mi hermana también. ;)

3 comentarios:

Juli Gan dijo...

Más que recogedora, yo diría que es acogedora. Cada vez que tengo que ir a Barcelona me entra el tembleque, y eso que yo sí soy de ciudad, pero pequeñita y con mucha montaña alrededor. Estoy segura de que aquello te hizo más fuerte.

Anónimo dijo...

A mí me acogieron en Madrid hace 21 años. Cuando me fui a estudiar periodismo, estuve el primer mes en una pensión en la calle La Palma, en pleno barrio de Malasaña, la hija de la señora de la pensión, unos años más jovencita que yo, me llevó a la residencia de estudiantes de Fuencarral ( a 100 metros de su casa) y me enchufó. Conseguí una habitación gracias a ella. Me acogieron mucho y muy bien, porque perfectamente hubiera podido seguir ganando dinero conmigo en la pensión y no lo hizo. Cuando voy a Madrid les visito. Hace dos años les perdí la pista. La pensión ya no está. Ahora hay un bloque de apartamentos.
Buena gente, tu pareja, por acoger.
Saluditos.

Antonia dijo...

Juli Gan, que de lo de barcelona o bcn como dicen ellos(al menos los pijos con los que me tocó trabajar) hace nada y no se si más fuerte lo que si se es que cuando vuelva será a ver a mis padres.

Martina, cuando encuentras gente así no los olvidas nunca aunque la relación se pierda. ¿tienes blog?